Reencuentro

Reencuentro

domingo, 14 de junio de 2015

ESTRUCTURA HISTÉRICA


v  Referencia contextual

v  La histeria como estructura dentro de la neurosis

v  Bibliografía


Para encuadrar este texto, me remito a  la idea de Freud (1856-1939) sobre el inconsciente,  plantea que en el inconsciente es donde se contiene la verdadera realidad psíquica y las claves del comportamiento humano, pues la vida consciente solo supone una pequeña parte de la vida mental.

       Para Freud el psicoanálisis representa tres cosas:

Ø  La técnica terapéutica.

Ø  Un método de investigación del inconsciente.

Ø  Y una teoría del inconsciente.

 v  Referencia contextual

      Freud comienza trabajando en biología y medicina, de hecho pretende encontrar una explicación a la psicología humana basada en la fisiología, algo a lo que nunca renunciará; en su obra Proyecto de una piscología para neurólogos hace depender los procesos mentales de los diferentes tipos de neuronas que utilizan la energía del sistema  nervioso que se traduce en la suma de la excitación procedente del interior y del exterior del organismo, regulados según un principio de constancia que obliga al organismo a mantener constante el nivel de excitación energética y siempre según la tendencia innata a evitar el displacer. Tiempo después escribe Tres ensayos para una teoría sexual, en esta obra, sustituye el modelo neurológico por otro psicológico que irá desarrollando en consecuencia del abandono de su faceta como investigador. A partir de entonces, Freud, se interesa por la clínica, en 1885 le dan una beca y se va a París a estudiar con Charcot, donde trabaja el fenómeno de la histeria, también hace una corta estancia en Nanoy con Bernheim. A su regreso a Viena da una conferencia ante la sociedad médica donde explica la histeria según las teorías de Charcot y Bernheim, discurso que será considerado totalmente absurdo por el auditorio (Cagigas, 2002).

Freud observa que los resultados de la terapia dependen de la transferencia, es decir, de la relación emocional que el paciente establece con el terapeuta y en las que revive las emociones pasadas y ese es el motivo de que abandone la hipnosis. De esta forma sustituye el método de la hipnosis por el método de presión o concentración, según el cual, los pacientes en estado de vigilia, se deben de concentrar en el síntoma y buscar sus orígenes; lo cual le permite observar el fenómeno de resistencia, fuerza contraria a la salida del material significativo. Para evitar esta autocensura, Freud, les dice que cuenten todo lo que se les pasa por la cabeza, así crea el método de la asociación libre, en el cual el paciente sin ningún tipo de coacción habla de sus deseos, de sus sueños,..y el terapeuta interpreta esos contenidos desvelando una historia que le permita ahondar en la psique del paciente, eliminando las represiones y con ellas la enfermedad.

Para Freud, el núcleo de la neurosis es el complejo de Edipo que se desarrolla en la etapa fálica, en esta etapa el protagonista es el falo, y la cuestión principal para el niño es la diferencia entres los sexos y la elección del objeto. En el caso de la neurosis, que son regresiones a la infancia cuando no se puede contener la frustración, en este caso la regresión mantiene intacta la función de realidad (no en la psicosis), solo que no es capaz de adaptarse a ese nuevo mundo y de ahí su sufrimiento. Siguiendo con el término neurosis, Horney (1885-1952) en su libro titulado La personalidad neurótica de nuestro tiempo, define la neurosis como la desviación del patrón normal de conducta que se muestra en una rigidez de las reacciones, una discrepancia entre las capacidades y los logros, y el sufrimiento que genera la angustia y que provoca las defensas que son los síntomas (Cagigas, 2003).

 
     Y por último, unas breves anotaciones sobre el término neurosis en la Gestalt, según Perls: en la neurosis, el sujeto, en vez de enfrentarse, prefiere huir. Escoge la evasión, la evitación. Esto, en sí, es una posibilidad, no necesariamente neurótica –enfrentamiento o huida- . La evitación biológica de contactos peligrosos con frecuencia es importante para la autopreservación. La apreciación de que peligros son reales y cuáles imaginarios, y la aplicación de este juicio, es característica del individuo sano. Vemos que para Perls, la neurosis no es el resultado de un conflicto ante todo intrapsiquico, sino que la persona pone en marcha un patrón de identificación/alienación “orgánicamente” inadecuado a la situación, por considerar hostil o peligroso el que resultaría “orgánicamente adecuado”. Así viene a rechazar o “alinear” una parte de sí – la que habría podido enfrentar el “peligro” -, estrechando con eso los límites de su ego, es decir la proporción de lo que deja “dentro” y lo que pone “fuera” de sus límites (De Casso, 2003). Esta descripción que contempla la parte orgánica como reflejo de la neurosis podría bien ser los diversos síntomas físicos que se presentan en la histeria, tema que nos ocupa.

Considerando los síntomas femeninos históricamente se hace alusión a los estudios sobre la histeria en relación a los factores sociales que se  derivan en un mundo altamente competitivo que conlleva que los individuos muestren autocontrol. Los sentimientos de dolor o resentimiento, ansiedad o ira, son inevitables pero difíciles de manejar, y por lo tanto son reprimidos y redirigidos en una de las pocas formas de expresión en que están permitidos, es decir, la presentación de la enfermedad física (Porter, 1993).

El rol de la mujer y la relación con los estereotipos hacen que influyan en la elección de los síntomas, por ejemplo los desórdenes gástricos eran compatibles con la vida activa social del hombre, mientras ser una “mujer histérica” suponía, exhibir una batería de síntomas incapacitantes, debilitadores e inmovilizadores. La histeria era un patrón socialmente reconocido, las mujeres “elegían” rasgos de la histeria como modo particular de expresar malestar, descontento, ira o sufrimiento. Smith-Rosenberg (1981, 1985) subraya una epidemia de histeria entre los años 40 y 80 del siglo XIX entre las mujeres en Estados Unidos en un momento de cambio en el rol de la mujer; en concreto en el cambio entre los roles “mujer verdadera” (emocional, dependiente y gentil) y de la “madre ideal” (fuerte, confiada, protectora, cuidadora eficiente con los niños y con el hogar). Es decir, el conflicto entre el paradigma ideal de la mujer y la vida real de ésta. La histeria y las enfermedades nerviosas pueden haber servido a algunas mujeres que encontraron dificultades en conciliar ambos roles. Finalmente la histeria se convirtió en una enfermedad no manejable, sin etiología ni curso definido que no alcanzaba el estatus de enfermedad científica.

 

v  La histeria como estructura dentro de la neurosis


La revolución teórica y técnica realizada por Freud, se realizó a partir de las observaciones de sus pacientes histéricos, subrayando que en la historia del surgimiento del psicoanálisis se encuentra muy determinada por el estudio de la histeria, pese que en los últimos tiempos este interés ha descendido, además del cambio en las manifestaciones clínicas que podrían tener que ver con el cambio en lo social.

La histeria suele ser reconocida en dos clases sociales extremas: entre los marginados las clases trabajadoras; y entre las clases acomodadas (mujeres dependientes, hombres y mujeres extravagantes o seductores de clases dominantes). El tipo de sintomatología histérica está cambiando y en la actualidad encuentran la manifestación en síntomas físicos, en conversiones no tan clásicas (enuresis, disfonía, síndromes vertiginosos, lipotimias,..) o en trastornos por somatización, somatomorfos indiferenciados (APA 1995) y dolores psicógenos (quejas de dolores de cabeza, algias lumbares o cervicales, etc.). Según las investigaciones de Tizón (2004), la persona dominada por la estructura histérica le resulta insoportable la relación amorosa y tierna con el objeto y las ansiedades “depresivas” concomitantes, que ante cada nuevo contacto o posibilidades de contacto, regresa inmediatamente a actuaciones de tipo confusional, adicto, de esta forma el paciente, reacciona agrediendo sutilmente, o provocando la agresión con la consiguiente retirada, refugiándose en la confusión, despedazando las captaciones de los inshigt, o sumergiéndose en el mundo de la mentira. La confusión o la belle indifferènce que todo lo niegan o confunden; o bien la agresión mediante la pasividad, las fantasías autoeróticas como defensa narcisita. La reiteración con lo cual aparecen y reaparecen esos sistemas defensivos ante la ansiedad “depresiva” o reparatoria, ante los menores indicios de dolor por el daño infligido, es lo que lleva a observar el aspecto adictivo de la relación (interna y externa), aspecto que aparece reiteradamente en la conducta del histérico. Cada vez que sienten que pueden ser comprendidos y ayudados por una madre- (padre)-terapeuta acogedores, parece como si quisieran disolver tales sentimientos y congniciones mediante la degradación mental o real del objeto o el autosabotaje, una vez degradado el objeto puede ser introyectado más fácilmente.

Como venimos explicando, la histeria (y la histeria de conversión como exponente máximo de la misma), se consideraba basadas en conflictos intrapsiquicos de tipo edípico y fálico generadores de intensa ansiedad. Dichos conflictos alcanzan su expresión externa a través de la dramatización simbólica en las relaciones con los otros o en el propio cuerpo; los impulsos y los afectos reprimidos (o disociados), así como las defensas son convertidos en diversos síntomas motores o sensoriales.

La estructura histérica descansa sobre el narcisismo, un narcisismo con números rasgos infantiles que se expresa a través de las somatizaciones. Es como si la histeria estuviese montada sobre la fantasía “las conquistas prueban mi valor”, fantasía que implica al histérico a vivirse a través de los demás. Freud en sus historiales clínicos también señala la competitividad homófila, el histérico mantiene relaciones fuertemente competitivas con otras personas del mismo sexo aparentemente admiradas e idealizadas, pero en realidad desvalorizadas, lo cual nos habla de las dificultades de identificación con la madre; así es frecuente, el recurso defensivo de la fantasía, que lleva incluso a que sea preferible la satisfacción fantaseada a la real (porque estimula los celos y la rivalidad con el otro), y la versatilidad de las defensas desarrolladas tiene que ver con la capacidad de simbolizar y la capacidad de oscilar entre una posición esquizoparanoide y una posición reparadora bastante elaborada. Otro rasgo estructural son los problemas de identificación e identidad motivados por la necesidad de seducir. A nivel de relación una característica básica es la profunda necesidad de dependencia que puesta en práctica en terapia es un peligro para el terapeuta en la posibilidad de coludir con la omnipotencia proyectada. El objetivo de la puesta en marcha una y otra vez de las defensas desarrolladas en la estructura histérica es anular, negar o desarticular la verdadera emocionalidad interior.

  Bibliografía
Cagigas, A. (2002). Guía de viaje por una historia de la psicología. Jaén: Ediciones del lunar.
Cagigas, A. (2003). La histeria de Charcot. Jaén: Ediciones del lunar.
Smith, B. W. & Zautra, A. J. (2002). The role of personality in exposure and reactivity to interpersonal stress in relation to arthritis diasease activity and negative afeect in women. Health Psychology, 21(1), 81-88
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario