v Referencia
contextual
v La
histeria como estructura dentro de la neurosis
v Bibliografía
Para
encuadrar este texto, me remito a la
idea de Freud (1856-1939) sobre el inconsciente,
plantea que en el inconsciente es donde se contiene la verdadera realidad psíquica y
las claves del comportamiento humano, pues la vida consciente solo supone una pequeña
parte de la vida mental.
Para Freud el psicoanálisis representa tres cosas:
Ø La
técnica terapéutica.
Ø Un
método de investigación del inconsciente.
Ø Y
una teoría del inconsciente.
Freud observa que los
resultados de la terapia dependen de la transferencia, es decir, de la relación
emocional que el paciente establece con el terapeuta y en las que revive las
emociones pasadas y ese es el motivo de que abandone la hipnosis. De esta forma
sustituye el método de la hipnosis por el método de presión o concentración,
según el cual, los pacientes en estado de vigilia, se deben de concentrar en el
síntoma y buscar sus orígenes; lo cual le permite observar el fenómeno de resistencia,
fuerza contraria a la salida del material significativo. Para evitar esta
autocensura, Freud, les dice que cuenten todo lo que se les pasa por la cabeza,
así crea el método de la asociación libre,
en el cual el paciente sin ningún tipo de coacción habla de sus deseos, de sus
sueños,..y el terapeuta interpreta esos contenidos desvelando una historia que
le permita ahondar en la psique del paciente, eliminando las represiones y con
ellas la enfermedad.
Para Freud, el núcleo
de la neurosis es el complejo de Edipo que se desarrolla en la etapa fálica, en
esta etapa el protagonista es el falo, y la cuestión principal para el niño es
la diferencia entres los sexos y la elección del objeto. En el caso de la
neurosis, que son regresiones a la infancia cuando no se puede contener la
frustración, en este caso la regresión mantiene intacta la función de realidad
(no en la psicosis), solo que no es capaz de adaptarse a ese nuevo mundo y de
ahí su sufrimiento. Siguiendo con el término neurosis, Horney (1885-1952) en su
libro titulado La personalidad neurótica
de nuestro tiempo, define la neurosis como la desviación del patrón normal
de conducta que se muestra en una rigidez de las reacciones, una discrepancia
entre las capacidades y los logros, y el sufrimiento que genera la angustia y
que provoca las defensas que son los síntomas (Cagigas, 2003).
Considerando
los síntomas femeninos históricamente se hace alusión a los estudios sobre la
histeria en relación a los factores sociales que se derivan en un mundo altamente competitivo que
conlleva que los individuos muestren autocontrol. Los sentimientos de dolor o
resentimiento, ansiedad o ira, son inevitables pero difíciles de manejar, y por
lo tanto son reprimidos y redirigidos en una de las pocas formas de expresión
en que están permitidos, es decir, la presentación de la enfermedad física
(Porter, 1993).
El
rol de la mujer y la relación con los estereotipos hacen que influyan en la
elección de los síntomas, por ejemplo los desórdenes gástricos eran compatibles
con la vida activa social del hombre, mientras ser una “mujer histérica”
suponía, exhibir una batería de síntomas incapacitantes, debilitadores e
inmovilizadores. La histeria era un patrón socialmente reconocido, las mujeres
“elegían” rasgos de la histeria como modo particular de expresar malestar,
descontento, ira o sufrimiento. Smith-Rosenberg (1981, 1985) subraya una
epidemia de histeria entre los años 40 y 80 del siglo XIX entre las mujeres en
Estados Unidos en un momento de cambio en el rol de la mujer; en concreto en el
cambio entre los roles “mujer verdadera” (emocional, dependiente y gentil) y de
la “madre ideal” (fuerte, confiada, protectora, cuidadora eficiente con los
niños y con el hogar). Es decir, el conflicto entre el paradigma ideal de la
mujer y la vida real de ésta. La histeria y las enfermedades nerviosas pueden
haber servido a algunas mujeres que encontraron dificultades en conciliar ambos
roles. Finalmente la histeria se convirtió en una enfermedad no manejable, sin
etiología ni curso definido que no alcanzaba el estatus de enfermedad
científica.
v La
histeria como estructura dentro de la neurosis
La
revolución teórica y técnica realizada por Freud, se realizó a partir de las
observaciones de sus pacientes histéricos, subrayando que en la historia del
surgimiento del psicoanálisis se encuentra muy determinada por el estudio de la
histeria, pese que en los últimos tiempos este interés ha descendido, además
del cambio en las manifestaciones clínicas que podrían tener que ver con el
cambio en lo social.
La
histeria suele ser reconocida en dos clases sociales extremas: entre los
marginados las clases trabajadoras; y entre las clases acomodadas (mujeres
dependientes, hombres y mujeres extravagantes o seductores de clases dominantes).
El tipo de sintomatología histérica está cambiando y en la actualidad
encuentran la manifestación en síntomas físicos, en conversiones no tan
clásicas (enuresis, disfonía, síndromes
vertiginosos, lipotimias,..) o en trastornos por somatización, somatomorfos
indiferenciados (APA 1995) y dolores psicógenos (quejas de dolores de cabeza,
algias lumbares o cervicales, etc.). Según las investigaciones de Tizón (2004),
la persona dominada por la estructura histérica le resulta insoportable la
relación amorosa y tierna con el objeto y las ansiedades “depresivas”
concomitantes, que ante cada nuevo contacto o posibilidades de contacto,
regresa inmediatamente a actuaciones de tipo confusional, adicto, de esta forma
el paciente, reacciona agrediendo sutilmente, o provocando la agresión con la
consiguiente retirada, refugiándose en la confusión, despedazando las
captaciones de los inshigt, o sumergiéndose en el mundo de la mentira. La confusión
o la belle indifferènce que todo lo
niegan o confunden; o bien la agresión mediante la pasividad, las fantasías
autoeróticas como defensa narcisita. La reiteración con lo cual aparecen y
reaparecen esos sistemas defensivos ante la ansiedad “depresiva” o reparatoria,
ante los menores indicios de dolor por el daño infligido, es lo que lleva a
observar el aspecto adictivo de la relación (interna y externa), aspecto que
aparece reiteradamente en la conducta del histérico. Cada vez que sienten que
pueden ser comprendidos y ayudados por una madre- (padre)-terapeuta acogedores,
parece como si quisieran disolver tales sentimientos y congniciones mediante la
degradación mental o real del objeto o el autosabotaje, una vez degradado el
objeto puede ser introyectado más fácilmente.
Como
venimos explicando, la histeria (y la histeria de conversión como exponente
máximo de la misma), se consideraba basadas en conflictos intrapsiquicos de
tipo edípico y fálico generadores de intensa ansiedad. Dichos conflictos
alcanzan su expresión externa a través de la dramatización simbólica en las
relaciones con los otros o en el propio cuerpo; los impulsos y los afectos
reprimidos (o disociados), así como las defensas son convertidos en diversos
síntomas motores o sensoriales.
La
estructura histérica descansa sobre el narcisismo, un narcisismo con números
rasgos infantiles que se expresa a través de las somatizaciones. Es como si la
histeria estuviese montada sobre la fantasía “las conquistas prueban mi valor”,
fantasía que implica al histérico a vivirse a través de los demás. Freud en sus
historiales clínicos también señala la competitividad homófila, el histérico
mantiene relaciones fuertemente competitivas con otras personas del mismo sexo
aparentemente admiradas e idealizadas, pero en realidad desvalorizadas, lo cual
nos habla de las dificultades de identificación con la madre; así es frecuente,
el recurso defensivo de la fantasía, que lleva incluso a que sea preferible la
satisfacción fantaseada a la real (porque estimula los celos y la rivalidad con
el otro), y la versatilidad de las defensas desarrolladas tiene que ver con la
capacidad de simbolizar y la capacidad de oscilar entre una posición esquizoparanoide
y una posición reparadora bastante elaborada.
Otro rasgo estructural son los problemas de identificación e identidad
motivados por la necesidad de seducir. A nivel de relación una característica
básica es la profunda necesidad de dependencia que puesta en práctica en terapia
es un peligro para el terapeuta en la posibilidad de coludir con la
omnipotencia proyectada. El objetivo de la puesta en marcha una y otra vez de
las defensas desarrolladas en la estructura histérica es anular, negar o
desarticular la verdadera emocionalidad interior.
Bibliografía
Cagigas, A. (2002). Guía de viaje por una historia de la
psicología. Jaén: Ediciones del lunar.
Cagigas, A. (2003). La
histeria de Charcot. Jaén: Ediciones del lunar.
Smith, B. W. & Zautra, A. J. (2002). The
role of personality in exposure and reactivity to interpersonal stress in
relation to arthritis diasease activity and negative afeect in women. Health
Psychology, 21(1), 81-88
No hay comentarios:
Publicar un comentario