La palabra terapia aún conserva para la mayoría de las personas un sentido restringido. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recuerda en su prólogo que: “La salud no es la ausencia de enfermedades o de dolencia, sino un estado completo de bienestar físico, mental y social” (Ginger y Ginger, 1993).
Sabemos
que en psicoterapia Gestalt es necesario facilitar el cierre de la necesidad
prioritaria para respetar la sabiduría del organismo, pero, a veces, esta sabiduría puede estar bloqueada por numerosos hechos
educacionales, sociales o culturales propios
y ligados al género (introyectos y resistencias), que contrarrestan la evolución del individuo. Somos el producto
de dos vertientes: por un lado, nuestra historia personal dentro del núcleo
contextual y, por otro, la sabiduría congénita de nuestro organismo, siempre
buscando el éxito en su labor. Cuando ambas se unen, podemos hablar de
autorrealización con la consiguiente percepción de bienestar que nos reporta
(Salama, 1999).
Según
Salama (1999) la psicoterapia Gestalt se apoya en un modelo teórico que es
referencial, integrativo e inclusivo, es decir, que toma conceptos de
diferentes enfoques, tanto psicológicos como filosóficos, y los integra en un
todo coherente. Su metodología se encuadra en el área científica, dado que
sigue el método científico. En cuanto a su aplicación, además de seguir una
metodología específica, depende del estilo propio, del contacto y la
experiencia del terapeuta y de la forma en la que facilita el trabajo.
La
principal innovación de esta corriente consiste en que no sólo se ocupa del
síntoma, considerado como un intento de solucionar un problema interno y que,
implícitamente, avisa de que las necesidades del individuo no han desaparecido,
sino que más bien cambian su expresión, la cual se detecta como ganancia
secundaria. Por ello, no nos centramos en que la persona elimine los síntomas,
sino en investigar y favorecer la toma de conciencia de la relación que estos
tienen con lo que sucede en ese preciso momento para que pueda tomar el control
desde la raíz y solucionar el problema de acuerdo a su necesidad.
La
terapia Gestalt consiste en atender a otro ser humano de tal forma que le
permita ser lo que realmente es; se ocupa de los problemas provocados por
nuestra aversión a aceptar la responsabilidad de lo que somos y de lo que hacemos.
Frecuentemente, estos comportamientos nos generan la imposibilidad de vivir la
vida de una forma plena. Examinemos brevemente dos de las principales
declaraciones teóricas de la terapia Gestalt que ponen el acento en el objetivo
de mantener la salud, según Perls (1975) autor fundador de esta corriente.
Este
autor consideraba la neurosis en la persona como un estado alterado de la salud
que consistía en perder la capacidad de percepción separándose progresivamente
del propio potencial, negando la experiencia. La segunda cuestión sería la
consideración del individuo en relación con el medio ambiente y lo que ocurre
en el área social y biológica. Es decir, la percepción del cuerpo es una fuente
continua, en la que el individuo se descubre a sí mismo con lo que le rodea. El
individuo sano se maneja en el mundo de forma relativamente saludable, así, por
ejemplo físicamente, tiene una respiración fluida, se nutre adecuadamente y su
calidad socioemocional es adecuada. Cuando el individuo se niega a sí mismo o
al contacto adecuado con el medio ambiente experimenta alteraciones en
distintas facetas (Baumgardener, 2003).
Como se
desprende de lo citado hasta ahora, el concepto sobre la salud desde la Gestalt
tiene que ver con la capacidad del contacto del ser humano, contacto consigo
mismo para saber cuáles son sus necesidades y contacto con el ambiente para
poder realizar los intercambios oportunos. La mirada gestáltica lograría la
salud a través del desarrollo holístico constante y armónico del cuerpo, las emociones,
los sentidos y el intelecto.