Reencuentro

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sábado, 18 de julio de 2015

Mujer, comida y deseo











Descubrir lo que te apetece con locura, es lo que te liberará.

Las dietas fracasan porque nos agotan mentalmente, contar calorías nos deja sin fuerza de voluntad. Estar demasiado pendiente de lo que comes puede sabotear tus intentos de ser más consciente de lo que te llevas a la boca.

La sociedad nos ha enseñado que si cedemos a nuestros antojos, lo menos malo que nos puede suceder es que engordemos o enfermemos, lo peor no ser amadas ni provocar deseo. Como en una ocasión me comentaba una paciente, a la mujeres se nos perdona todo, tener una nariz un poco pronunciada, tal vez poco pecho, lo imperdonable, el exceso  de talla.

Cuando respondemos a la llamada de un apetito con urgencia y desesperación, deberíamos de interrogarnos si este antojo surge porque necesitamos algo, nuestro cerebro responde con un nivel de intensidad que se corresponde con el estímulo que está necesitando, estímulo que frecuentemente no necesariamente es la carencia de nutrientes.

El núcleo caudado es el centro del placer que se encuentra en las profundidades del cerebro y que controla la secreción de dopamina. Éste es el centro de la recompensa que se siente tan bien atendido cuando comes algo dulce o mantecoso que enseguida te tranquiliza. La dopamina es la hormona del orgasmo, la que hace que el sexo sea tan fantástico, que tomar drogas sea tan peligroso y que excederse con los alimentos inadecuados sea tan fácil.

El estrés hace que nuestro cuerpo segregue hormonas muy potentes y que tienden  a saturarnos con sensaciones de urgencia. Cuando estas hormonas, como el cortisol empieza a circular por el torrente sanguíneo, es muy difícil resistirse a los antojos, el cerebro se queda sin fuerza de voluntad. Reducir o eliminar el estrés es un requisito previo para poder escuchar la sabiduría que encierran tus antojos.

Hay que comenzar por comprender las diferencias entre los antojos, que son una súplica del cerebro para que les des algo agradable, y el hambre verdadera, que es la indicación del cuerpo de que necesita nutrirse.

Considerar los antojos como un truco de la mente. Sin embargo, el hambre se considera realmente en el cuerpo, pero no es tan sencillo como comida//si, comida/no.

 “Estas tan enferma como lo están tus secretos” esto es justamente lo que sucede con la comida. Lo mismo sucede con nuestros sentimientos, que si los guardamos para nosotras o los ocultamos a nosotras mismas, es muy probable que acabemos deprimidas. El aislamiento mata y nos deja a solas con nuestra mente, que no siempre piensa como debería. Y cuando nos sucede esto, es muy probable que tomemos malas decisiones.

Somos lo que hacemos repetidamente Aristóteles

 

 

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